EL NIÑO Y LA LUNA
Poema infantil : El niño y la luna
Estaba asomado por la ventana
mirándola con suma alegría, era esa bella luna gitana que con mirada de amor le sonreía. Con cara de tristeza
y una lágrima que se le escurría,
muy dolorido a la luna le decía,
le decía que nadie lo quería.
Yo te quiero, contestó la luna con dolor.
¿Quién no te quiere niño? ¿Quién no te da amor?
Todas las personas desperdician el quererte
yo te quiero y te querré hasta tu muerte.
¿Qué esconde esa bella cara de angelito?
De este niñito inocente y tan bonito,
este bello ángel inocente de un delito,
como su tamaño lleno de maleza, muy poquito
El niño satisfecho de lo que le acababan de decir
le pidió a la luna un gran favor.
Que todas las noches lo fuera a bendecir.
Que le dé un gran beso y que lo haga con amor
El niño alegre subió a la cuna y se durmió,
y entusiasmado la noche siguiente a la luna esperó.
Miró por la ventana y no la encontró,
y muy enojado a esperarla en su cuna se sentó.
Pasaron las horas, no llegaba la luna,
el niño se levantó de la cuna
y fue a buscarla a la laguna
pero por más que gritó no estaba la luna.
Fue al monte de un cerro y subió,
con una alta voz a la luna le gritó
y ella nunca se apareció.
Vio un pino alto y le preguntó:
Pino alto, ¿qué ves desde la punta de tus hojas?
Puedo hacerte una pregunta y no te enojas
¿No has visto al círculo brillante?
¿A aquella luna bonita y elegante?
Yo sé de quién hablas, dijo el pino,
Ella hoy a visitarme vino
vestida con un vestido elegante y fino
y a decirme un secreto ella vino
Me dijo que vendría alguien a buscarla
y que yo le dijera que él fuera hoy a visitarla
Ella está apagada y sin pasión.
Que necesita que alguien le cante una canción
El niño corrió a buscar a su amiga,
mientras gritaba que él canta para ella
con tal de que se le quite la fatiga
y vuelva a ser como siempre bella.
Encontró a la luna sentada
con toda su luz apagada
que le decía al niño desilusionado
que ya no podrá visitarlo para nada.
El niño triste preguntó ¿por qué no?
¿Que había hecho él para este castigo?
¿Qué si ya no podía ser su amigo?
¿Qué si ya no quería verlo más?
En eso el niño despierta de su sueño.
Él había soñado algo desagradable,
algo feo e indeseable,
pero en realidad nada sucedió.
Estaba ahí la luna
dándole su bendición,
el niño acostado en su cuna
mirándola con admiración.
Fueron la luna y el niño felices,
la luna siempre lo visitó.


EL MAGO DE LOS SUEÑOS
Cuento infantil: El mago de los sueños
Hace muchos años vivía en un país lejano un joven llamado Samuel. Un día estaba Samuel oyendo una charla que daba el mago de los sueños, en ella decía que cada uno siguiera su sueño sin importarle lo que los demás pensaran, pero Samuel no estaba seguro de su sueño, él quería investigar lugares que nadie había pisado aún pero no sabía cómo hacerlo.
Al día siguiente fue a visitar a una amiga de su infancia, pidiéndole que le ayudara. Ella le ofreció una buena ayuda llevándolo a un lugar que nunca antes había visto y ella le dijo: Tú, Samuel lo que quieres ser es explorador, y no es fácil conseguirlo, pero yo sé que puedes conseguirlo. ¿Cómo? – Preguntó Samuel. Siguiendo tu corazón.
Estaba Samuel un día en un barco rumbo a un país lejano y vio reflejada la imagen de su gran amigo el mago de los sueños en el mar, sonriéndole.
Estas palabras no las comprendió muy bien Samuel, pero con el paso del tiempo, fueron tomando sentido.
El mago de los sueños confió en que Samuel lo consiguiera y fue a visitarle, el mago ya sabía que Samuel tenía problemas con su sueño, el mago se ofreció a ayudarle. Samuel lo agradeció tanto que al final, con ayuda de su gran amigo el mago de los sueños consiguió ser un fantástico explorador.



EL PINGÜINO Y EL CANGURO
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Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al éxito había vuelto vanidoso, burlón y antipático la principal víctima  de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar lento  impedía que el pudiese participar en las careras.
Un día el zorro encargado de organizar, publico en todas partes que su favorito para la siguiente carrera era el pobre pingüino
Todos pensaban que era una broma, pero el vanidoso canguro se enfadó muchísimo y las  burlas con el canguro se intensificaron
Este no quería participar, pero era costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el lugar de inicio. El zorro los guio montaña arriba Durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el pingüino o resbalando sobre su barriga…
El pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable y ganó , mientras que el canguro  llego a la orilla, lloroso, humillado y medio ahogado



EL VIAJE DE LAS CINCO VOCALES
El viaje de las cinco vocales
En una ciudad llamada Abecedario vivían consonantes y vocales. Un día se enfadaron a causa de que todas querían ser mejores que las otras.
Un día las consonantes llamaron a la Z para idear una trampa para las vocales y ese engaño consistía en esto: Aprovechando que la U había salido a comprar el pan, mandaron una carta a cada una de las vocales diciendo que habían raptado a U, cosa que era mentira.
Al recibir la noticia, fueron en ayuda de su compañera. Al cabo de un rato llegaron al lugar donde las consonantes tenían preparada su trampa. De repente, las consonantes se dieron cuenta de que les faltaba una de las vocales. Era la U. Rápidamente mandaron a un guardián que la raptara. Después de un tiempo llegó la U y soltaron la catapulta que tenían preparada. Fueron lanzando a cada vocal a un continente distinto. La A, se encontró en un país muy raro y preguntó a unos guardabosques donde estaba. El guardabosque contestó que se encontraba en África. La vocal se sobresaltó, ¿en África? Tengo que buscar a mis amigas. Y recorrió todo el mundo. Navegó por mares y océanos, lagos y ríos y al final llegó a un continente llamado Europa, donde se encontró con su amiga la E que estaba llorando.- ¿Por qué lloras? -preguntó la A.Y la E le contestó que porque no encontraba a sus amigas.
-Pues yo soy tu amiga A y quiero que me ayudes a encontrarlas.
-Muchas gracias A.Y siguieron su camino.
Pasados unos días llegaron a un país nuevo que se llamaba India. Ahí se encontraron con su amiga I, que también las estaba buscando. Y las tres juntas continuaron camino hacia otro continente que se llamaba Oceanía. Allí estaba su amiga O, que al verlas corrió a su encuentro. Las cuatro juntas recobraron fuerzas para ir a buscar a la U, y se pusieron en camino. Por último llegaron a EEUU, donde permanecía su amiga U triste y afligida. Al verlas corrió a abrazarlas y se puso muy contenta.
Todas juntas regresaron a casa, donde se encontraron a las consonantes deprimidas y tristes por el acto que habían cometido, ya que se habían dado cuenta de que no podrían volver a pronunciar las palabras bonitas de la vida, como por ejemplo: PAZ, AMOR, BELLEZA, COMPASIÓN, ETC…
Así que decidieron preparar una fiesta en honor a las cinco vocales.


CUENTO CON VALORES: ANDY EL SABELOTODO
Cuento con valores: Andy el sabelotodo
Esta historia comienza en una ciudad. Allí había una escuela muy grande llena de niños alegres y flores, donde las maestras enseñaban con amor y paciencia las cosas básicas de la vida. En uno de los salones había un niño muy especial llamado Andy que amaba leer y sentía mucha curiosidad por el mundo que le rodeaba.
Pero Andy tenía un terrible defecto, se burlaba de sus amigos porque no sabían tantas cosas como él, incluso a veces corregía a la profesora porque no explicaba las cosas tal como él las había leído, y esto con el tiempo ocasionó que sus compañeros no quisieran jugar más con él. Andy no entendía porque tomaban aquella actitud si el sólo estaba ayudándolos y no se daba cuenta de que los hería con su manera de decir las cosas. Pero Andy tenía un terrible defecto, se burlaba de sus amigos porque no sabían tantas cosas como él, incluso a veces corregía a la profesora porque no explicaba las cosas tal como él las había leído, y esto con el tiempo ocasionó que sus compañeros no quisieran jugar más con él. Andy no entendía porque tomaban aquella actitud si el sólo estaba ayudándolos y no se daba cuenta de que los hería con su manera de decir las cosas
Un día Andy se acercó a jugar con sus compañeros y ellos dejaron de jugar y se fueron. La profesora, preocupada con aquella actitud, habló con ellos en la siguiente clase:
Hace rato vi que excluyeron a Andy en el recreo, niños. Y cuando él se acercó para unírseles, dejaron de jugar. ¿Por qué están tomando esa actitud?
Todos se quedaron en silencio sin saber qué decir, hasta que un niño tímidamente se puso de pie y habló por todos:
Andy es malo con nosotros porque no sabemos tantas cosas como él, nos dice de mala manera que así no son las cosas y no deja que nosotros mismos aprendamos, por eso no queremos jugar con él.
Andy –Dijo la profesora- ¿Eso es cierto?
Sí profesora –Dijo Andy.
¿Por qué lo haces? – Preguntó la maestra mirándolo.
Porque quiero que mis amigos también sepan las cosas que yo sé –Contestó bajando la cabeza tristemente.
Pero no es la manera adecuada de hacerlo, Andy, debes ser más tolerante con las demás personas y comprender que tienen otros intereses y saben cosas distintas. Yo estoy orgullosa de que seas un niño tan activo, pero debes evitar comportarte como un sabelotodo, ya que a tus compañeros eso les hace sentir muy mal.


LA LIEBRE Y LA TORTUGA



En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
 ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tumeta! Decía la liebre riéndose de la tortuga Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie.


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